Natali, Carlo, ed. 2011. Aristotle:
Metaphysics and Practical
Philosophy. Essays in Honour of
Enrico Berti. Louvain-La-Neuve:
Peeters. 202 pp.
David Torrijos Castrillejo1
1. Pontifica Università della Santa Croce, Italia. torrijoscastrillejo@gmail.com
Esta colección de ensayos quiere honrar a uno de los investigadores con mayor prestigio del momento en el campo de la filosofía clásica, Enrico Berti, con motivo de su reciente interrupción de la docencia. Carlo Natali, quizá su discípulo más conocido, se ha encargado de preparar la publicación, mientras que el mismo Berti nos obsequia con un breve pero interesante repaso de su currículo filosófico. Añade a éste una bibliografía que se extiende a los últimos cincuenta años, durante los cuales ha desarrollado una intensa labor intelectual, con la que esperamos seguir contando en el futuro.
Pierre Aubenque se concentra en el pasaje
de la Metafísica (T2, 1004 b1)
encarece la necesidad de la filosofía para distinguir
entre “Sócrates” y “Sócrates sentado”.
Considera que el contexto no ayuda demasiado
a entender esta sentencia, de modo que le lleva
a reflexionar sobre el cambio y la identidad,
haciendo una sugerente referencia al “hombre nuevo" de San Pablo (Natali 2011:52). El problema gira en torno, pues, a la diferencia que reside entre ser “el mismo” y ser “lo mismo” (ibídem:50), llegando a plantear la posibilidad
de un cambio total de la sustancia (catastrophe) Esto le permite reflexionar sobre una cuestión
propia de la posteridad de Aristóteles, a saber,
la individuación, la cual es estudiada tanto en
los estoicos como en Hegel.
Jonathan Barnes dedica sus páginas al análisis de Metafísica (E1, 1026 a 22-32), donde está en juego la universalidad de la filosofía primera. En el trasfondo está la vexata quaestio del objeto de la filosofía primera y su relación con la teología. Aprovechamos para comentar que éste es un problema abordado por el mismo Berti en diferentes trabajos, que pueden ser consultados en sus Nuovi studi aristotelici (2005. Vol. 2 Fisica, antropologia, metafisica, Brescia: Morcelliana). Las páginas de Barnes están llenas, como siempre, de sutileza y penetración lógica de los argumentos. Propone leer el paso de Épsilon sin prejuzgar una presunta ontología que, en realidad, estaría tomada de Gamma, para concentrarse en el concepto de prioridad de una ciencia en comparación con las matemáticas, que Aristóteles menciona en el texto estudiado. La propuesta de Barnes es dejar al margen el estudio de las sustancias separadas y considerar la posibilidad de que la filosofía primera tenga un objeto material idéntico al propio de la filosofía de la naturaleza. De ser así, el estudio de sustancias separadas (teología) tendría poca relevancia para la filosofía primera como tal (estudio del ente en cuanto ente) y no podría constituir sino una suerte de metaphysica specialis, que no influiría en nada sobre los contenidos de la metaphysica generalis.
Tomás Calvo-Martínez se preocupa por la
condición rectora (así traduce archiké: Metaph., A2, 982 a 16) de la filosofía de
las demás ciencias. Se pregunta cómo pueda regir
una ciencia teórica, cuando tal cometido es
más bien propio de una ciencia práctica, como
la política, de la que está dicho que es, precisamente,
la más directiva (architektoniké: Eth. Nic., A2, 1094 a 27) de las ciencias operativas. Calvo
recurre al Protréptico (fr. 51 Düring y Berti = fr. 13 Ross y Walzer) donde se pone de ejemplo de
la vista para manifestar la posibilidad de que
un conocimiento teórico pueda resultar de gran
relevancia práctica, a la vez que se suscribe la
posición de Fonseca. De tal modo, la filosofía
primera podría ser rectora en un sentido relativamente "platonizante" (Natali 2011:90), por
cuanto se excusa de distinguir netamente entre saber teórico y práctico. Lo sería no porque gobernase, sino por constituir el conocimiento del
fin y permitir a la ciencia práctica "convertir el
fin último en objetivo vital" (ibídem: 94)
que estribaría la utilidad de tal conocimiento
para la praxis.
Irwin defiende en su artículo el orden del
textus receptus correspondiente a Metaph., Z3, 1029 a 30 - b 15.
Arnim, Owens y Jaeger propusieron una inversión
de los párrafos. En este sentido, la más
sólida de tales posiciones habría sido la de Bonitz.
No obstante, Irwin considera que la ventaja
que proporciona tal trasposición es escasa y
cree que las presuntas dificultades redaccionales
que el texto presenta pueden ser explicadas
como una alusión a una doctrina ya presente en
el Órganon, pronunciada en un paréntesis cuya
inteligencia no debía de ser imposible para el
auditorio de Aristóteles.
Alejandro Vigo propone una interpretación de la ética aristotélica que denomina "naturalismo trascendental". Ello constituye una escapatoria de la crítica contra la presunta falacia naturalista en que —según algunos autores— incurriría Aristóteles ya al inicio mismo de la Ética a Nicómaco. Vigo opina que se podría salvar la normatividad de la ética aristotélica considerando que el argumento, con el cual inicia dicha obra, no se basa en una naturaleza preconcebida del hombre ni en presupuestos metafísicos totalizantes, sino en una escueta formalidad ontológica mínima que debe cumplir la ética. Tal cosa constituiría el momento trascendental de su ética, mientras que su momento naturalista entraría después, como la materia que llena de contenidos ese esquema. Aunque no se quiera aceptar la propuesta en su conjunto, se encontrarán en estas páginas acertados análisis que permiten comprender como la ética debe algo a la filosofía primera.
Medir la felicidad según un criterio marginalista es la propuesta de Seel para la ética aristotélica. Pretende que Aristóteles sea levemente hedonista (Natali 2011:61) y que evalúe el éxito de la vida lograda en virtud del placer obtenido. Resulta difícil ver hasta qué punto tal ocurrencia sea genuinamente aristotélica. Por poner un ejemplo, de la exigencia de persistencia en la vida buena —una golondrina no hace primavera— y de la jerarquía de los bienes, se extrae el siguiente colorario: "Si può dunque constatare che lo Stagirita concepisce la felicità come il prodotto matematico derivato dal grado e dalla durata del piacere" (ibídem: 152). Los comentarios sobran.
Mansfeld se ocupa del conocido tema de las éndoxa en Aristóteles. Se concentra en Eth. Nic., H1 para concluir que en ese pasaje phainómena no se refieren ahí a las opiniones autorizadas sino a una experiencia humana común que resulta familiar al Estagirita.
Por último, Pellegrin aborda la doctrina política con una perspectiva sugestiva. Cree que, en este campo igual que en los tratados biológicos, sobresale metodológicamente el examen de las partes y su relación con el todo. Valiéndose de semejante suposición recorre los libros cuarto al sexto de la Política atendiendo a las partes de la ciudad y de la constitución. Concluye, finalmente, que Aristóteles se aparta de los fenómenos políticos reales para elaborar una teoría reduccionista.